Inauguro este blog con el último viaje que hemos realizado: 10 días en Japón. Me apetece poner por escrito las experiencias recibidas y de ese modo, en unos años, leerlas cuando vuelva a ir y así poder comparar cómo ha cambiado. Porque es seguro que vuelvo a Japón y más seguro todavía, que habrá cambiado.
Cuando pensamos en viajar a Japón salieron todos los tópicos: gente bajita, respetuosos, entregados al trabajo, geishas, recolectores de arroz con los pies metidos en el barrizal e inclinados bajo sus sombreros en forma de cono... y hombre, hay de todo como en botica.
La primera sorpresa fue el aeropuerto: " Buenos días, ¿este es su equipaje?. Bienvenidos a Japón". En perfecto castellano. Seguramente el funcionario de aduanas no sabía más de español, pero es suficiente para hacerte sentir en casa.
Después de 1 hora de autopista para llegar a Tokio (los aeropuertos están realmente lejos de las ciudades), por fin llegamos. Impresionante. Enormes rascacielos junto a flores en las aceras. Limpieza total en todas partes, gente con mascarillas por la calle... Llegamos al hotel, el Mandarin Oriental, con el lobby en el piso 38 de un megaedificio con oficinas, centro comercial, restaurantes...
Nuevo descubrimiento: los famosos váteres que tiran solos de la cadena, con chorrito de agua para limpiarte (también papel higiénico, por supuesto) y templados. Yo no sé si podré volver a sentarme en un váter frío...
Cuando pensamos en viajar a Japón salieron todos los tópicos: gente bajita, respetuosos, entregados al trabajo, geishas, recolectores de arroz con los pies metidos en el barrizal e inclinados bajo sus sombreros en forma de cono... y hombre, hay de todo como en botica.
La primera sorpresa fue el aeropuerto: " Buenos días, ¿este es su equipaje?. Bienvenidos a Japón". En perfecto castellano. Seguramente el funcionario de aduanas no sabía más de español, pero es suficiente para hacerte sentir en casa.
Después de 1 hora de autopista para llegar a Tokio (los aeropuertos están realmente lejos de las ciudades), por fin llegamos. Impresionante. Enormes rascacielos junto a flores en las aceras. Limpieza total en todas partes, gente con mascarillas por la calle... Llegamos al hotel, el Mandarin Oriental, con el lobby en el piso 38 de un megaedificio con oficinas, centro comercial, restaurantes...
Nuevo descubrimiento: los famosos váteres que tiran solos de la cadena, con chorrito de agua para limpiarte (también papel higiénico, por supuesto) y templados. Yo no sé si podré volver a sentarme en un váter frío...
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